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jueves, 1 de septiembre de 2016

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
18 JUNIO DE 2016




Nuestra Madre
Vuestra Madre se ha hecho presente en medio de vosotros.
Gracias hijitos míos e hijitas por haber acudido a la llamada de nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
La paz de mi Divino Hijo os doy al igual que la paz a este hogar y a los hogares de todos los presentes.
¡Cuánto os ama mi Inmaculado corazón!
Gracias por honrar nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones en este mes dedicado a ellos.
Se acerca el día también grande de vuestra Madre bajo la advocación de Nuestra Señora de la Preciosa Sangre. Quiero que hagáis una novena de preparación para este día. 
Preparaos en el alma y en el corazón de este gran día, para celebrar los grandes días, la Sangre de mi Divino Hijo, que es vuestra salvación y vuestra curación de alma y cuerpo. Y la Preciosa Sangre de vuestra Madre derramada por la ingratitud de tantos y tantos hijos que se han apartado del camino y viven llenos de maldad y de pecado, caminando al borde del precipicio que llega a los infiernos.
Pedir mucho por la conversión de los pobre pecadores, pedir mucho por España.
Mirar en la situación en que se encuentra.
Ya se os dijo y este momento ha llegado.
Pedir para que el Padre se apiade y sea un corto tiempo en que los herejes y los impíos estén en el poder.
Todo se está cumpliendo y todo se tiene que cumplir para purificar las almas y esta tierra para la segunda venida de mi Divino Hijo que está en puertas, que está ya casi entre vosotros.
Él viene rodeado de ángeles al son de trompetas.
Pedirle perdón por vuestros pecados y por los pecados del mundo entero.
Pedir a mi Divino Hijo que viene entre las nubes para que acorte estos días y se de pronto los cielos nuevos y la tierra nueva con mi Divino Hijo y vuestra Madre entre vosotros.
Este reino de amor y de paz, este reino que el Padre quiso en el comienzo y antes de la creación para el hombre y la desobediencia al Padre entró el pecado en el mundo, hijos míos.
Venir al encuentro de mi Divino Hijo, adorarle, glorificarle, darle gloria.
Él está ya casi entre vosotros. Sólo una cortina le separa.
El tiempo que dure esta purificación y los puros y limpios de corazón, los que se han mantenido fieles hasta el fin volarán cogidos por los ángeles al son de trompetas al encuentro de mi Divino Hijo.
¡Qué gran momento, qué gran día este!
Pedir muchas veces: Ven Señor Jesús. Ven Ya. Te esperamos. No tardes Señor. Te necesitamos. Ven Señor. Ven pronto Ya y renueva en tu espíritu toda la tierra. Ven Ya Señor, Te esperamos.   
Anhelarlo con el alma y el corazón y aligerar la venida y el triunfo de mi Hijo y de mi Inmaculado Corazón.
Repetirlo frecuentemente para que el Padre tenga piedad de sus almas fieles, acorte los días de la purificación y se suavice algunos eventos y el sufrimiento sea llevadero.
No hacer planes ni para mañana ni para pasado, contar con el momento en el que estáis porque mañana no sabéis lo que os ha de suceder o lo que vendrá o lo que sucederá a este mundo.
Vivir todos unidos en el amor, en la caridad, en la fe, en la confianza y en la esperanza. Vivir todos en uno, en nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
A nada debéis temer.
Nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones, hijas mías e hijos míos, son vuestros refugios, son el refugio de todo alma fiel y de las almas que se mantengan hasta el final.
El Padre, el Hijo y el Paráclito y vuestra Madre cuidan de vosotros.
Señor Dios, rey de los ejércitos llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna en el cielo.
Ir mucho al Padre, hijos míos.
Ir mucho al Padre, hijos míos, que os espera con los brazos abiertos para acogeros en ellos y acariciaros, abrazaros y daros todo su amor porque sois sus hijos, sois la niña de sus ojos. Sois el amor de su corazón y el dolor de los impíos.
Amarle mucho que es un Dios de amor y de misericordia.
Ir a Él sin miedo que os está esperando con los brazos abiertos.
Este Padre que es todo amor, todo misericordia y ternura por sus hijos y que lo dio todo por la salvación de sus hijos, dio a su Hijo para la redención de las almas, para el rescate de las almas y para el perdón de los pecados
¡Que dolor tan inmenso sufrió el Padre! Al ver a su Divino Hijo tan cruelmente tratado, ultrajado, burlado, despreciado, deformado, clavado en el cruz. El Padre iba al lado de Él y le transmitía toda la fuerza que el Hijo necesitaba para llegar hasta el fin.
Todo lo permitió, todo lo dio, hasta su Hijo por el amor de todos vosotros, de toda la humanidad presente, pasada y futura.
Dios es amor, es misericordia pero no olvidaros también es justicia y quien persiste en la maldad a través de las llamadas, a través de los brazos extendido del Padre, ese alma no se salva.
Pero no porque el Padre quiere que se condene, no, el Padre no quiere la condenación de ninguno de sus hijos, es el alma voluntariamente llena de maldad y de orgullo y de soberbia la que se precipita en el infierno, despreciando al Padre que le creó, al Hijo que le redimió y al Paráclito que el santificó.
Y ante eso el Padre no puede hacer nada porque respeta la libertad del hombre.
Darle al Padre todo el amor que le es negado en una gran mayoría de sus hijos, hijitos míos e hijitas mías.
Amarlo mucho, amar al Hijo, amar al Paráclito, que las tres personas habitan en vuestros corazones, recordarlo.
Son sagrarios vivos de la Santísima Trinidad guardado por serafines y querubines. Manteneros siempre en gracia para que en vuestro corazón reciba el amor que le es negado a las tres personas en la mayoría de los hombres.
Y ahora, hijitos míos, os bendigo en el poder del Padre, en la sabiduría del Hijo y el amor del Paráclito y el poder, la fuerza y el amor de Dios Padre 
El poder, la fuerza y la sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo la segunda persona de la Santísima Trinidad, 
El poder, el amor y el fuego del Paráclito 
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor.
Os amo.
El Padre os ama.
Mi Divino Hijo, vuestro Jesús y el mío, os ama. Y el Paráclito os ama.
Ser humildes y amaros unos a otros como tantas veces os hemos dicho.
Quedad en nuestra paz y en amor y el fuego del Paráclito prende vuestros corazones con todo los dones para llegado el momento sea él quien hable por vuestras bocas.
Vuestras bocas serán espadas de doble filo porque el Espíritu Santo a través vuestro revelará y anunciará la verdad y denunciará toda injusticia y todo mal y nadie os podrá parar porque será el Espíritu Santo quien obre y quien hable a través vuestro.
Muchas veces  os he dicho esto, hijos míos, regiros por cuánto os hemos dicho por nuestras enseñanzas que contra más obedientes seáis y más pongáis en práctica todo lo que os venimos diciendo, el Espíritu Santo podrá obrar más fuerte en vosotros según hayáis respondido así el Espíritu Santo obrará a través vuestro.
Os lo vuelvo otra vez a recordad. Que no caiga en saco roto.
Que caiga en vuestros corazones que están llenos del fuego del Paráclito, de la sangre del Redentor y del amor del Padre.

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