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miércoles, 21 de septiembre de 2016

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 
2 JULIO DE 2016




Nuestra Madre
Hijas mías, vuestra Madre bajo la advocación de Nuestra Señora de la Preciosa Sangre se ha hecho presente en medio de vosotros. En esta tarde tan llena de amor y de misericordia y de gracia para las que habéis acudido a mi llamada.
Bendigo a cada una con la sangre de mi Hijo. Arrodillaos.
Pedir perdón por vuestros pecados de soberbia.
Pedir perdón por el desamor que hay entre algunas de vosotras y que no podéis medios ni remedios para ello. Él que se humilla será ensalzado.
Mi Hijo recibió toda clase de desprecios, de calumnias pero los miraba con amor y los perdonaba.
¿Quién sois vosotras, quien sois vosotras para no perdonar, para estar fijándoos en la falta del hermano creyéndoos vosotras llenas de santidad, cuando no es así porque en todas hay miserias?
Nadie es santo aquí en la tierra, camináis en este camino de la santidad,
Hijos míos, ¿Cuándo vais a aprender de verdad, a no levantaros la voz, a ser humildes y mansos?
Y no digáis que yo estoy libre de culpa porque no es así, no creeros mejor que los demás porque no es así. Estáis llenos de podredumbre, solamente por la gracia y misericordia de mi Divino Hijo os levantáis, os reconciliáis con el Padre. Quien perdona vuestros pecados y os reconcilia con Él.
Y vosotros ¿cómo andáis así? A todo sacáis punta y le echáis la culpa de todo al enemigo de las almas, vosotras también sois culpables.
Prepararos con las lámparas encendidas llenas de aceite de amor para recibir al esposo que viene. Que no os encuentre dormidas, creyéndoos mejores y os pase como las vírgenes necias, que el esposo pasó de largo.
Mi Divino Hijo viene en las nubes al son de trompetas, está viniendo cada día, a cada instante está más cerca de este mundo en que todo hombre mujer y niño tendrá que rendirle homenaje y toda rodilla se inclinará ante Él y juzgará a los cabritos, los pondrá a su izquierda y a los corderos a su derecha.
Creerme, no seáis necias y preparar vuestras almas y vuestro corazón a este gran encuentro, a este gran abrazo con Jesús, en los aires llevadas por los ángeles.
No preocuparos tanto por los acontecimientos, todo lo profetizado se ha de cumplir.
Algunos eventos se suavizarán algo pero otros no. Pero vosotros y vosotras a nada tenéis que temer. Tenéis un gran refugio de protección que son nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones, vivir contentos y alegres a este encuentro y confiar en nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Toda la protección que necesitáis cada uno la tenéis, todos estáis sellados en el Padre, en el Paráclito, en el Hijo y en vuestra Madre Inmaculada y todos estáis sellados, no hoy, sino ya a lo largo de estos años, con la marca, la cruz de San Miguel en vuestras frentes.
Pensar y querer nuestras almas en vuestros corazones limpios de paja, llenas de luz para recibir al esposo que viene a vuestro encuentro.
Este es un grupo de oración, de amor. Un grupo donde el Maestro y la Maestra, su Madre, os corregimos.
Pero ¡que tercos, cuántas almas no desearían tener lo que tenéis vosotras y no lo apreciáis en toda su totalidad!
A parte ya de todo esto, vuestra Madre se ha sentido muy feliz en este día, en el que he sido feliz al ser honrada en esta advocación, en esta fiesta de vuestra Madre de la Preciosa Sangre que también se ha celebrado en el cielo.
Cuando hay un acontecimiento grande en la tierra como el que habéis celebrado hoy, el cielo se viste de gala y también se celebra estas fiestas en el cielo.
Pero no quedaros en esto, quedaros en hacer aún más feliz a vuestra Madre, llevando a cabo nuestras palabras, nuestras enseñanzas y no os turbéis con lo que os viene.
Confiar en el Rey de Reyes, confiar en vuestra Madre y reina y que se cumpla en cada una de vosotros y vosotras la voluntad del Padre, sea la que sea.
El poder del Padre, del Hijo y del Paráclito desciende sobre vosotras.
La Preciosa Sangre de Divino Hijo y de vuestra Madre os cubre en ella con todos los objetos religiosos que habéis traído.
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor.
Y bendigo a vuestros familiares que habéis traído en fotografía, a los que tenéis en vuestras mentes: hijos, maridos, mujeres, yernos, nueras, nietos, nietas, hermanos, hermanas, primos, primas, toda clase de familiares, amigos y conocidos que me estáis presentando.
Todos ellos han quedado cubiertos de nuestra Preciosa Sangre y han obtenido gracias para la salvación de sus almas.
Quedad en nuestra paz y nuestro amor.

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