MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
24 JUNIO DE 2017
Nuestra Madre
Mi Inmaculado Corazón se ha hecho presente en este
cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados corazones.
Si sintierais, aunque fuera un poquito del amor
inmenso e infinito de vuestra Madre, vuestros corazones se derretirían de amor
hacía mí porque os amo infinitamente, hijos míos.
¡Ay, mi grupo, ay mis ovejitas!
Este grupo en el que se nos da verdadera adoración,
verdadero amor, consuelo a nuestros corazones, en él nos deleitamos.
Muchas veces la teología en vez de acercarlos más a
mi divino Hijo, los aparta y con ello, llevan a los fieles por caminos
equivocados.
No hagáis caso cuando dicen que la tradición ya es
antigua, que ya no vale, que hay que renovarse, pasada de moda. Mi Hijo no pasa
de moda, mi Hijo siempre es presente, al igual que la tradición. No salgáis de
ella y buscar a Cristo en la Iglesia fundada por él.
En la tradición de vuestros padres, de los santos, de
los apóstoles, no los que os quieran decir ahora, hijos míos.
El único Cristo que hay que buscar es al que bajó del
cielo a la tierra para dar la vida al rescate por todos vosotros y por toda la
humanidad para saldar la deuda que el hombre tenía con el Padre y llevaros con
él a la gloria eterna. El Cristo del Evangelio.
No os salgáis tampoco del Evangelio, hijos míos, que
podéis padecer si os salís del Evangelio y lo tenéis que interpretar tal y como
está escrito. Buscar a Cristo en los mandamientos dados por el Padre a Moisés. ¡Ahí
está Cristo!
Y los sacerdotes, obispos y cardenales buenos que no
se han dejado contaminar por estas ideas modernistas y protestantes, hijos
míos. Respetar a todos, sí. Pero no podéis llamar a Cristo, budas, ni Mahoma,
ni Alá, ni otros dioses porque todos ellos son falsos, hijos míos. ¡Os lo
advierto!
Al Cristo que tenéis que buscar es el que se hizo
hombre por amor a todos vosotros y dejó el cielo y se hizo carne para enseñaros
el amor y dar su vida por rescate de todos vosotros.
Estar alertas, hijos míos, el tiempo de la gran
confusión en mi Iglesia ha llegado, hijos míos. Estar al lado de los buenos.
Estar al lado de los que enseñan al verdadero Cristo, no al falso Cristo.
Estar alerta que el mal es muy astuto y os puede
confundir, hijos míos.
Mirad que os lo advierto.
Y orar mucho por los pastores de la Iglesia de
Cristo. Orar mucho por las almas consagradas, hijos míos, pues ellos tienen el
poder por el cual mi Hijo reconcilia al hombre con él en el sacramento de la
penitencia.
Por ello, mi Hijo vuelve todos los días y se hace
alimento y comida para vuestras almas, hijos míos. Orar mucho por ellos.
Pero eso sí, ir siempre donde haya pastores fieles a
Cristo, hijos míos, para que no os pueda contaminar nada de lo que salga por
sus bocas.
Y mirar bien lo que os digo, os digo unas palabras de
mi Hijo, él acortará este tiempo porque si no, no encontraría fe en la tierra y
a vosotros también os confundirían, hijos míos.
Tienen mucha labia, mucho don de palabra, pero sus
corazones se han endurecido tanto que una mayoría de ellos han perdido la fe y
no creen ni siquiera en que mi divino Hijo se hace presente en la eucaristía.
Lo dejan como símbolo.
Las palabras del Evangelio las ponen a su manera y no
es así. Mi divino Hijo habló claro para todos, incluso en parábolas para que
todos entendieran y en cambio ellos le dan la vuelta y todo lo dicen al revés.
Orar mucho por ellos, por mis almas consagradas, tan amadas de nuestros
Sagrados e Inmaculados Corazones.
Vosotros no hablar mal de ninguno, amarlos en
nuestros corazones y orar mucho por ellos, hijos míos.
Y pedir mucho por la juventud que una gran parte de
ella, cae diariamente al infierno. Pedir mucho por ella y pedir mucho por la
conversión de los pobres pecadores y de los agonizantes no olvidaros que esa
hora es crucial para ellos, para salvarse o condenarse.
Os digo hora porque en el momento de la muerte, el
alma es juzgada y en esa hora o instantes, como lo queráis llamar se salva o se
condena.
Pedir mucho por las benditas almas del purgatorio,
pedir mucho por vuestros familiares, por la situación de España y del mundo
entero.
En mi Inmaculado Corazón os adentro, hijos míos, y os
colmo de mi inmenso amor e infinito amor y os doy la paz y el amor de nuestros
Sagrados e Inmaculados corazones.
Gracias por haber acudido a nuestra llamada. Gracias
por vuestro sacrificio. Gracias por ser el consuelo de vuestro Dios y de vuestra
Madre
Quedad en mi paz y en mi amor y en la paz de mi
divino Hijo y en su infinito amor.
Que vuestra paz y vuestro amor sea siempre la paz y
el amor de Cristo y de vuestra Madre Inmaculada.
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