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jueves, 9 de noviembre de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

 23 SEPTIEMBRE DE 2017



Nuestra Madre
Hijos míos, tenéis que agradecer a mi Divino Hijo para obteneros la salvación y para justificaros ante el Padre y ¡que ingratos, pequeños, sois algunas veces!
Poneos todos los días unos minutos ante el crucifijo y ser agradecidos y darle las gracias por haber cargado con todas vuestras miserias. Por haberos justificado ante el Padre y por haberos obtenidos la salvación.
Pero decírselo, que salga de lo más profundo de vuestro corazón. No con palabras que solamente salen de vuestros labios sino con palabras que broten de lo más profundo de vuestros corazones. ¡No sabéis con ello la alegría que le daréis, el gozo que recibirá de todos vosotros si lo hacéis!
Se olvidará por esos instantes o minutos del dolor tan tremendo que le causa la mayor parte de la humanidad, hijos míos.
Seguir con mi plegaria favorita.

Jesús
Madre mía queridísima, he aquí que te entrego a mis hijos.
Cuídamelos, protégemelos y adéntralos a cada uno de ellos y de ellas en tu Inmaculado Corazón. Madre de mi alma, Madre de mi corazón.
Hijitos míos, hijitas mías he aquí a vuestra Madre. Cuidármela mucho, amármela mucho. Darla alegrías y no penas, que se sienta feliz en vosotros y ayudarla a salvar almas porque de esa cuarta parte de la humanidad que será salvadas, todavía falta algunos, no está completa.
Fijaros una parte se salvará solamente. Rodearla con vuestro amor, con vuestros sacrificios, vuestras oraciones, vuestras alegrías, vuestra humildad, vuestro buen comportamiento y reparar de esta forma su Inmaculado corazón.
Mirar que hoy os he vuelto a dar a mi Madre y a mi Madre la he vuelto a dar a todos vosotros por hijos.
No lastimármela con malos comportamientos, con malas palabras, desobediencias y con la soberbia que cada uno lleváis dentro.
Llenarla de vuestra alegría, de vuestro amor y de vuestro cariño.
Seguir con esta plegaria poderosa que detiene al enemigo cuando estáis rezando, hijos míos.

Nuestra Madre
La paz inunde vuestros corazones, esta paz que no es otra que la que da mi Divino Hijo.
Vuestra Madre bajo la advocación de la Merced se ha hecho presente en esta tarde en medio de vosotros.
Hijos míos, ayudarme a liberar a tantos cautivos y esclavos que en este tiempo tiene Satanás y que como marionetas bailan alrededor de él. ¡Como bailarán en el infierno si no se convierten!
Soy la Madre de los afligidos, venir a Mí, todos los que os encontréis en situaciones difíciles que yo os auxiliaré y os socorreré, hijos míos.
Las cadenas que os traigo en esta tarde, son las cadenas del santo rosario. En ellas quiero atrapar a muchos hijos como os he dicho antes, esclavos y oprimidos de Satanás, pero para ello quiero vuestra ayuda pidiendo por la conversión de los pobres pecadores. También quiero ayudar a tantas almas que lo están pasando mal. También quiero que pidáis por todo el dolor del género humano.
Soy el auxilio y el socorro del hijo y la hija que viene a mí. Pero hay tantas almas que no lo saben.
Con vuestra Madre, todos los sufrimientos son más ligeros y llevaderos, al igual que con vuestro Jesús y el nuestro.
Recordarlo, las cadenas que traigo son las cadenas del santo rosario. En ellas, quiero atrapar las almas de los pecadores para atraerlos a mi Inmaculado corazón.
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores. Orar mucho por vuestros hermanos que sufren toda clase de dolores espirituales, materiales y corporales.
Orar mucho por España porque en verdad está a punto de darse la revolución en ella. Corta pero muy sangrienta.
Orar para que los españoles y los que no lo son, porque han venido de otros países a incordiar a España, se conviertan y se quede solamente, si ha de darse ahora o un poco más adelante, en una revolución y no desemboque en guerra civil, hijos míos.
El brazo de Padre ya ha caído y su justicia está cayendo sobre la tierra.
Esa justicia que el Padre tanto ha preservado y tanto trabajo le ha costado derramarla, pero ya no hay retorno. El hombre se ha olvidado de Dios, no quiere a Dios. Y el hombre ha traído la justicia del Padre sobre él.

Padre Pío
Vuestro padre, protector del grupo, está aquí presente en medio de vosotros.
La paz de todo un Dios Trino descienda sobre vosotros, vuestros corazones.
Gracias, hija mía, por haberme felicitado hoy.
Soy el padre Pío como vosotros me conocéis y vengo a despertaros de vuestro letargo. No es tiempo de dormir sino de estar en vela y de que llevéis a cabo todas las enseñanzas que los Sagrados Corazones, el Padre y el Paráclito os ha dado.
Os amo mucho y quiero vuestra salvación, pero algunos sois todavía muy rebeldes y hay algo que os quiero decir: ¡Ay, del hermano o la hermana que se vaya de este mundo con algún rencor o algo hacía otro hermano o hermana del grupo!
Padecerá en el purgatorio doble pena y las penas en el purgatorio son muy dolorosas y muy terribles, creerme hermanos e hijos míos.
No sabéis cuando va a venir el Señor a por vosotros, ni el día ni la hora. Estar preparados, hacer buenas confesiones que algunas no las hacéis muy bien.
Dejaros que brille en vosotros la sencillez para que brote en vosotros la humildad y no la soberbia.
Amar mucho a nuestra Mama, la Madonna, abrazarla, besarla todos los instantes de vuestra vida.
Amar mucho a nuestro Jesús que Él siempre miradas de compasión y misericordia para vosotros y me retiene de deciros cosas más crudas, que os merecéis.
Porque ya lleváis años en la escuela del amor de los Sagrados Corazones y ¡cuánto os cuesta crecer!
Pero, recordar que yo también os amo y siempre estoy junto a vosotros y os protejo y os cuido, sobre todo cuando rezáis a los santos y ángeles protectores, que muchos no lo hacéis. Si no venís vosotros a nosotros ¿cómo os podemos ayudar?
Pero aún así, de ¡cuántos peligros os he salvado, hijos míos! Pero dejarme hacer más invocándome en vuestras oraciones.
El Padre me ha dado una gracia para vosotros, de gran poder, fuerza que desciende sobre vosotros contra Satanás, sus secuaces y todos vuestros enemigos.
El poder y el amor de nuestro Padre Celestial desciende sobre vosotros, 
El poder, el amor y la misericordia de Dios Hijo, nuestro Jesús, desciende sobre vosotros, 
El poder, el amor y el fuego del Paráclito desciende sobre vosotros, 

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