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jueves, 9 de noviembre de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

 16 SEPTIEMBRE DE 2017



Nuestra Madre
Hijas mías, quiero que grabéis a fuego en vuestro corazón el viernes de Dolores, el viernes Santo, el sábado santo y el día 15 de septiembre, en el que la Iglesia celebra mis Dolores, al igual que el día 14. ¿Por qué?
Porque es una de las fiestas más grandes para la humanidad. Recordarlo.
Todas las madres paren a sus hijos, una gran mayoría con inmensos dolores. Yo os di a luz al pie de la cruz cuando mi divino Hijo me dio por Madre a Juan, que representaba a toda la humanidad y a Juan por hijo que os representaba a todos los hijos y a toda la humanidad.
Abrí mis brazos y entre infinitos dolores os acogí en ellos y os adentré en mi Inmaculado Corazón.
Esos dolores todavía siguen en los hijos que me rechazan por Madre, en los hijos que no puedo hacer nada por ellos, porque el Padre dio al hombre la libertad y contra ella nada podemos porque el hombre es libre de seguir el bien o el mal.
Por cada hombre o mujer que se precipita por el precipicio de los infiernos y que salgo a ellos con los brazos extendidos en la hora de la muerte y mis manos y mis brazos son rechazados.
No quieren mi ayuda y porque mi divino Hijo las sella las bocas sino la emprendería a insultos también conmigo.
Mi corazón se desgarra de dolor viendo el sufrimiento de mis hijos y la alegría viendo a un pequeño número de almas que quieren complacer a Jesús, y a mí, su Madre y vuestra.
Pero es tan pequeño el número comparado con el mundo que mi corazón siempre está traspasado de gruesas espinas y afiladas espadas.
No olvidaros, ser amantes de vuestra Madre dolorosa, ser amantes de las lágrimas y los dolores de vuestra Madre que en ella os di a luz y al pie de la cruz os necesito junto a Mí para sostenerme en tanto dolor como me produce la mayor parte de la humanidad, hijos míos. 
Pero el sostenerme no son sólo palabras bonitas y vanas como los fariseos, son las obras que nacen de lo más profundo del corazón, son caminando en mis lágrimas y en las llagas ensangrentadas de mi divino Hijo, son poniendo en práctica el Evangelio, los mensajes que os hemos dado y os vamos dando y llevando a cabo todos los consejos que os hemos ido dando y corregiros de lo que os hemos ido diciendo.
Porque no se me puede consolar ni me puede sostener un alma que por mucho que rece, por mucho que vaya al sagrario a hacer visitas a mi divino Hijo, por mucho que frecuente los sacramentos, por mucho que vaya a misa, si hace desprecios a su hermano. 
Esa alma es una farisea o un fariseo y lo que hace es causarme más dolores y clavarme más espinas y desgarrar a un más las llagas de mi divino Hijo.
No seáis hipócritas, no seáis fariseos que no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino aquel que camina rectamente en las pisadas ensangrentadas de mi divino Hijo, se corrige y hace su voluntad.
Ser humildes que algunas no lo sois y os la dais de humildes, si fuerais de humildes de verdad, veríais el daño que hacéis al hermano y más daño os hacéis a vosotras mismas, por los malos pensamientos que tenéis hacía el hermano, el que lo tenga o la que lo tenga.
Porque todos aquí sois pecadores. Por todos murió mi Hijo, a todos os rescató y os sigue rescatando de la fosa de los muertos.
Y os sigue levantando y el Espíritu Santo habla a vuestro corazón: humildad, humildad, humildad y amor.
Vuestra Madre dolorosa en esta tarde os bendice en el nombre de Dios Padre, mi Padre y el vuestro.
En el nombre de Dios Hijo, vuestro salvador y mi Hijo.
En el nombre de Dios Espíritu Santo vuestro santificador, la voz de vuestras conciencias y mi divino Esposo.
Quedad en nuestra paz y amor.

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