MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
16 SEPTIEMBRE DE 2017
Nuestra Madre
Hijas mías, quiero que grabéis a fuego en vuestro
corazón el viernes de Dolores, el viernes Santo, el sábado santo y el día 15 de
septiembre, en el que la Iglesia celebra mis Dolores, al igual que el día 14. ¿Por
qué?
Porque es una de las fiestas más grandes para la
humanidad. Recordarlo.
Todas las madres paren a sus hijos, una gran mayoría
con inmensos dolores. Yo os di a luz al pie de la cruz cuando mi divino Hijo me
dio por Madre a Juan, que representaba a toda la humanidad y a Juan por hijo
que os representaba a todos los hijos y a toda la humanidad.
Abrí mis brazos y entre infinitos dolores os acogí en
ellos y os adentré en mi Inmaculado Corazón.
Esos dolores todavía siguen en los hijos que me
rechazan por Madre, en los hijos que no puedo hacer nada por ellos, porque el
Padre dio al hombre la libertad y contra ella nada podemos porque el hombre es
libre de seguir el bien o el mal.
Por cada hombre o mujer que se precipita por el
precipicio de los infiernos y que salgo a ellos con los brazos extendidos en la
hora de la muerte y mis manos y mis brazos son rechazados.
No quieren mi ayuda y porque mi divino Hijo las sella
las bocas sino la emprendería a insultos también conmigo.
Mi corazón se desgarra de dolor viendo el sufrimiento
de mis hijos y la alegría viendo a un pequeño número de almas que quieren complacer
a Jesús, y a mí, su Madre y vuestra.
Pero es tan pequeño el número comparado con el mundo
que mi corazón siempre está traspasado de gruesas espinas y afiladas espadas.
No olvidaros, ser amantes de vuestra Madre dolorosa,
ser amantes de las lágrimas y los dolores de vuestra Madre que en ella os di a
luz y al pie de la cruz os necesito junto a Mí para sostenerme en tanto dolor
como me produce la mayor parte de la humanidad, hijos míos.
Pero el sostenerme no son sólo palabras bonitas y
vanas como los fariseos, son las obras que nacen de lo más profundo del
corazón, son caminando en mis lágrimas y en las llagas ensangrentadas de mi
divino Hijo, son poniendo en práctica el Evangelio, los mensajes que os hemos
dado y os vamos dando y llevando a cabo todos los consejos que os hemos ido
dando y corregiros de lo que os hemos ido diciendo.
Porque no se me puede consolar ni me puede sostener
un alma que por mucho que rece, por mucho que vaya al sagrario a hacer visitas
a mi divino Hijo, por mucho que frecuente los sacramentos, por mucho que vaya a
misa, si hace desprecios a su hermano.
Esa alma es una farisea o un fariseo y lo
que hace es causarme más dolores y clavarme más espinas y desgarrar a un más
las llagas de mi divino Hijo.
No seáis hipócritas, no seáis fariseos que no todo el que dice Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos sino aquel que camina rectamente en las pisadas
ensangrentadas de mi divino Hijo, se corrige y hace su voluntad.
Ser humildes que algunas no lo sois y os la dais de
humildes, si fuerais de humildes de verdad, veríais el daño que hacéis al
hermano y más daño os hacéis a vosotras mismas, por los malos pensamientos que
tenéis hacía el hermano, el que lo tenga o la que lo tenga.
Porque todos aquí sois pecadores. Por todos murió mi
Hijo, a todos os rescató y os sigue rescatando de la fosa de los muertos.
Y os sigue levantando y el Espíritu Santo habla a
vuestro corazón: humildad, humildad, humildad y amor.
Vuestra Madre dolorosa en esta tarde os bendice en el
nombre de Dios Padre, mi Padre y el vuestro.
En el nombre de Dios Hijo, vuestro salvador y mi
Hijo.
En el nombre de Dios Espíritu Santo vuestro
santificador, la voz de vuestras conciencias y mi divino Esposo.
Quedad en nuestra paz y amor.
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