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martes, 2 de abril de 2019

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

7 FEBRERO DE 2019



Jesús
Hijos míos, el Hijo del Dios vivo se ha hecho presente en medio de vosotros, para deciros, una vez más y ayudaros a perseverar en la oración, en el amor y en las buenas obras.
Sin ello, hijos míos, no podréis alcanzar la eternidad. El lugar donde os quiero poner, en el cielo, hijos míos. 
En la casa de mi Padre hay muchas moradas, muchos lugares, pero no todos son iguales. Y, Yo os quiero tener lo más cerca posible.
Por favor, hijos míos, oración, amor, buenas obras y humildad.
Con ellos, alcanzaréis el puesto que os tienen reservado mi Padre y Yo, vuestro Jesús, en el cielo.
Yo soy el Pan vivo que baja constantemente del cielo y me hago presente en cada eucaristía, en cada hostia, de las manos de mis sacerdotes. Y, muchos de ellos no tienen fe en que verdaderamente bajo y verdaderamente me quedo en ella en cuerpo, sangre, alma y divinidad para darme a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieren recibirme en su pecho, hijos míos. Y son muchos los prodigios que vengo haciendo a través de la hostia santa.
Pero la mayoría de los sacerdotes no creen en mi presencia viva.
Por ello, no pueden, hijos míos, darme a amar y conocer a las almas en la eucaristía. ¿Cómo pueden pensar, estas almas consagradas sin fe, hijos míos, que al comulgar de sus manos pueda traer enfermedad a las almas?
Lo único que traigo es amor, sanación, ayuda, consuelo, confianza, alegría y gozo de estar dentro de cada alma que me recibe en gracia, hijos míos.
Y, ahí dentro del alma, de su corazón, les doy fuerzas y les ayudo y también a vosotros, a llevar vuestras angustias, vuestras necesidades y vuestros problemas.
No crean los hombres que a Mí me hacen un favor por venir a visitarme al sagrario o recibirme en la eucaristía.
Yo, Jesús, soy el que le hago el favor al hombre, hijos míos. Y son tantos y tantos.
Mi corazón salta de gozo dentro de la hostia santa cuando veo a mis ovejas que vienen a quedarse conmigo un ratito en el sagrario. Ahí me doy por entero a estas almas, hijos míos.
El que no come mi cuerpo y bebe mi sangre, en gracia, no tendrá vida eterna.

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