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lunes, 1 de abril de 2019

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

30 ENERO DE 2019



Paráclito 
Hijos míos, con mi amada esposa, la Inmaculada, nos hemos hecho presentes en este cenáculo.
Vengo a avisaros que os revistáis del santo rosario; los sacramentos; de las visitas a Jesús al sagrario; de la santa misa; de la confesión frecuente, hijos míos. 
Revestiros de todas nuestras enseñanzas y consejos, hijos míos. Porque el Segundo Pentecostés está a las puertas. 
Acudir a María cada vez que oréis, como hacían los apóstoles, para que ore junto a vosotros y vuestras oraciones lleguen puras al corazón de Jesús y al del Padre, hijos míos.
Todas estas son las armas que el Padre os ha dado para afrontar la gran batalla que está a punto de comenzar. 
La gran batalla es todo lo profetizado, hijos míos, no digáis ¡Ay, Madre mía! Sino revestiros de todo lo que os he mencionado y de los corazones de Jesús y de María y a nada debéis temer.
Vosotros sois parte del ejercito de nuestros corazones, del Padre y del Paráclito, que os habla. 
Por eso, tenéis que estar fuertes a la batalla para que no sucumbáis, hijos míos. Manteneros unidos en esta gran lucha del mal contra el bien. 
El Inmaculado corazón de María y el Sagrado corazón de Jesús triunfarán en España y en el mundo. Pero antes, se librará esta gran batalla, hijos míos.
Y todo lo que se os ha anunciado, todo, se está cumpliendo y se va a terminar de cumplir, hijos míos. No me voy a repetir pues ya lo sabéis pequeños y pequeñas de la Trinidad y de los corazones de Jesús y de María. 
Procurar estar en gracia, gracias santificantes porque como el ladrón viene en la noche. Así el Segundo Pentecostés se dará y os veréis particularmente cada uno ante Jesús llenos de vuestras podredumbres.
Ello es una gran gracia que os ha concedido a vosotros y al mundo la Inmaculada, hijos míos. 
Prepararos porque después vuestra boca será espada de doble filo y el Paráclito que es Él os habla a través vuestro predicará el Evangelio, denunciará las injusticias y dirá la verdad.
Muchos serán martirizados por ello.
Curareis las heridas de vuestros hermanos que habrá tantos en las calles porque la tierra se abrirá en un gran terremoto y muchos serán los heridos y los muertos, hijos míos. 
Vosotros sois nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos y nuestros oídos y a través vuestros, el Paráclito, que soy Yo, hijos míos, hablará y actuará.
¡No tengáis miedo a nada! Pero manteneros siempre en la gracia santificante.
Y, os digo: Morir al hombre y a la mujer vieja o viejo que hay en vosotros para que resurja el hombre y la mujer nuevo lleno de mi espíritu.
¡Alejaros de los placeres del mundo, de todo lo mundano y que en vosotros y en vuestra vida, primero sea Dios, después Dios y siempre Dios! A Él toda prioridad. 
Lo demás, todo se os dará por añadidura, hijos míos. 
Que anteponéis tantas cosas que ante los ojos de Dios no valen nada a Él.
Que el corazón de Jesús y el corazón de la inmaculada lloran por ello, hijos míos. 
Dejarlo todo en nuestros corazones en el corazón de la Trinidad y en los corazones de Jesús y de María y vosotros y vosotras sólo preocuparos de las cosas que os pide el Señor, a quien llamáis algunas, de las cosas de Dios y no de todo lo mundano que no sirve para nada sino para, hijos míos, la condenación.

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