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viernes, 1 de noviembre de 2019

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


2 JULIO DE 2019



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre bajo la advocación de nuestra Señora de la Preciosa Sangre se ha hecho presente en medio de vosotros trayendo la sangre que brota de mi Inmaculado Corazón. Y, la sangre de mi divino Hijo para combatir el mal en vosotros, en vuestros hogares, en vuestras familias y en el mundo entero.
Pedir y recibiréis ante mi imagen.
Hijos míos, esta advocación de vuestra Madre es la última tabla de amor y misericordia por nuestra sangre para el mundo.
La sangre de mi divino Hijo os lava, os purifica, os perdona, os salva, os cura todas vuestras heridas de alma y de cuerpo. Os libera de las ataduras, mordiscos y posesiones de Satanás y de sus secuaces. Y, os santifica.
Pedirme la sangre de mi divino Hijo constantemente para derramarla sobre la humanidad entera. Meditar a menudo en la sangre de mi divino Hijo.
En todo lo que pasó por vuestro amor y por amor a todos los hombres, que se entregó para dar la vida por todos, hijos míos. Para salvaros y daros vuestra herencia que es la gloria eterna.
Para que acudierais a su sangre preciosa, divina. Para todos vuestros males. 
Que yo la ofrezco, yo la doy. 
Pedirla, porque en verdad os digo, que todo lo que me pidáis por la precisa sangre de mi divino Hijo y la mía, mezclada en la suya, que es la misma sangre, hijos míos. Todo os será concedido en la voluntad del Padre, del Hijo y del Paráclito, y ningún alma, ninguna quedará sin atender sus peticiones y sus ruegos. Porque si no conviene esas peticiones, mi divino Hijo, en el Padre y en el Paráclito da lo que os conviene, hijos míos. 
¡Ayudadme a derramar la sangre que traigo en el cáliz y la que mana de mi inmaculado corazón sobre vosotros, sobre vuestros hogares, sobre vuestras familias y sobre el mundo entero!
Toda alma que se pone bajo el amparo de mi advocación queda protegida, auxiliada y socorrida en esta vida hasta llegar a los brazos del Padre.
Y, muchos males quedarán disueltos en el poder de la preciosa sangre de mi divino Hijo y en la mía por el querer del Padre, de mi divino Hijo y del Paráclito porque soy vuestra Madre corredentora al pie de la cruz.
Vuestra Madre corredentora desde que dije Si a Dios hasta el último instante de mi vida mortal en la tierra.
Pero sigo siendo corredentora por siempre en el cielo.
¡Ay, hijos míos, cuánto os amo!
Gracias por haber venido a festejar este día grande de mi advocación que al igual que las mamás tienen a sus hijos pequeños en su regazo, así os he tenido yo a todos esta tarde en el mío.
In nomine Patri et Filie et Spiritu Sancti
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor.
Amar, venerar, adorar y glorificar siempre la Preciosa sangre de mi divino Hijo, la de mi Inmaculado corazón y la que derramo en muchas imágenes por mis ojos.

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