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domingo, 6 de mayo de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

1 MARZO DE 2018



Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús, se ha hecho presente en medio de vosotros. en este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
Os quiero muy humildes, desprendidos de todo. Solamente el que es así, entrará en el reino de los cielos. No os quiero apegados a nada de esta vida.
Ni quiero que os metáis en cosas que os tengan tan oprimidos y que por ello lo paséis tan mal.
Os vuelvo a repetir, mi Madre y vuestra, mi padre, San José y vuestro Jesús, vivíamos en una casa muy humilde y sencilla en Nazaret con menos de lo necesario, pero a nada echábamos de menos. 
Teníamos los cubiertos, platos y demás que necesitábamos. Una mesa, unas sillas y unas camas que vosotros llamaríais camastros. Y éramos inmensamente felices y vosotros contra más tenéis más queréis, hijos míos.
Y en ello no vais a encontrar la felicidad. En ello solamente encontraréis tormentos. 
Mirar que lo he avisado muchas veces y lo sigo avisando.
Ser muy humildes. Y si creéis en mis palabras, haced lo que Yo os digo y seréis más felices de lo que sois ahora porque estaréis en la plenitud conmigo, en vuestro interior. Pero no crecéis porque estáis atados a tantas cosas inútiles en este mundo, hijos míos.
Que la mitad o más de lo que tenéis en vuestros hogares no sirve para nada.
Vestir con sencillez y humildad y no desear ser más que el otro, ni tener más que el otro. Solamente desear ser como mi Madre y la vuestra.
Como mi Padre y el vuestro, San José. Y como lo es vuestro Jesús. 
Que a todo le decís si, si, sí, pero no hacéis caso y no hacéis mi voluntad sino la vuestra.
Meditad en lo que os dicho y poner mis palabras llenas de amor para todos vosotros. Mis consejos en práctica, hijos míos, que soy vuestro Padre, que soy vuestro Dios, vuestro amigo, vuestro todo y todo os lo digo por vuestro bien.
No desear en este mundo nada más que lo bienes del cielo y dejaros, hijos míos, de los bienes de la tierra y conformaros con los que tenéis.
Y desprenderos de todo lo que no os vale. De lo que no es necesario para vosotros y de lo que os hace sufrir.
Yo os bendigo con muchas gracias, protecciones y bendiciones para que salgáis triunfantes en el segundo Pentecostés.

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