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jueves, 30 de agosto de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

28 JULIO DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, en los últimos días del mes de Julio, vuestra Madre bajo la advocación de María Inmaculada de la Preciosa Sangre me he hecho presente en medio de vosotros junto con San Pantaleón. En este grupo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones. 
Vengo llena de dolor, desgarrada de dolor, mis ojos no cesan de derramar lágrimas de sangre y de agua. Al igual, que en mi corazón brotan por las espinas que me son clavadas en él, ríos de sangre, hijos míos, por las almas de tantos adolescentes, de tanta juventud, de tantas personas mayores que caen al infierno, hijos míos. 
Al igual, de las almas de tantos niños que caen al purgatorio.
La mayoría por no tener unos padres que les hayan inculcado valores y no les han enseñado a amar a Dios y al prójimo.
Besar el suelo o la cruz para reparar el dolor y las lágrimas de sangre y de agua que brotan de mis ojos y la sangre que derramo en mi Inmaculado corazón.
Hijos míos, manteneros firmes en la fe pues en tiempos estamos en que la fe de muchos se tambaleará. Seguir en la tradición de vuestros padres, regiros por los mandamientos, por el Evangelio tal y como está escrito. Creer en los dogmas y no en tantos modernismos, hijos míos, que rechazan lo que os estoy diciendo.
Y la palabra de mi Hijo en los Evangelios es actual y quitan y ponen de ellos, lo que les conviene, haciendo un Dios a gusto de todos, y No, hijos míos, Dios es misericordia, pero también justo: Recordarlo.
Pedir discernimientos al Espíritu Santo para que no flaqueéis y caigáis, hijos míos. Y aceptéis sólo la verdad y estéis en la verdad.  
Y, me diréis, ¿y que es la verdad? La tradición, los mandamientos, el Evangelio tal y como está escrito, sin quitar siquiera una tilde. 
Y creer los dogmas de fe y creer que la Iglesia católica fundada por mi divino Hijo sólo se entra y los forman los arrepentidos. Y los que acogen todo lo que os estoy diciendo, hijos míos, y no los que entran con ideas diferentes a todo lo que os estoy diciendo, hijos míos. 
Y, ahora os dejo con vuestro hermano, San Pantaleón.

San Pantaleón 
Paz en este cenáculo formado por los Corazones de Jesús y de María.
Manteneros como nos dice nuestra bendita Madre en todo lo que os ha dicho. No oigáis otras palabras distintas.
Por no querer oír ni profesar otras religiones, ni adorar a dioses falsos, fui martirizado, hijos míos.
Que nadie os confunda. Pedir luz al Espíritu Santo. Ser siempre muy humildes, prudentes. 
Obrar en amor y la caridad con los hermanos que os necesiten como yo lo hice, curando a los enfermos y llevando también almas a Dios.
En medio de tantas tribulaciones y persecuciones como entonces sufrimos, fuimos muy felices y más los fuimos en dar la vida por Dios.
Por el que lo dio todo por nosotros, nuestro Jesús.   
¡Ay, el que cae en idolatrías, en doctrinas falsas, que difícil después es salir de ello!
Escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús y de nuestra Madre bendita, Inmaculada, hermanos míos. 
Aquí en la tierra el Paráclito es el que os llama a la verdad. El que os da remordimientos cuando hacéis algo más. El que os llama al arrepentimiento y a reconciliaros con el Padre y a llevar una vida santa y os ayuda a ello.
En el cielo todo él y todas las almas de los santos que allí habitamos estamos llenos de las tres personas y es tal la alegría, el gozo que sentimos porque en todo momento estamos en contacto con la Santísima Trinidad. 
Todo el cielo está lleno del Dios Trino, todo es paz, felicidad, armonía y amor.
Hacer méritos para ganaros la gloria que el Padre tiene preparada para todos sus hijos.
Y, os amo mucho y al grupo de los Sagrados Corazones lo llevo dentro de mí, pues no es el primer año que bajo, hermanos míos, por el poder de la Santísima Trinidad y de nuestra bendita Madre.
Acudid a vuestro hermano, mártir Pantaleón en vuestras enfermedades, dificultades y en todo lo que necesitéis y si es bien para vosotros lo obtendréis a través de nuestra Madre, hermanos míos e hijos míos, porque os amo tanto como si fuerais mis hijos.
Recordad que siempre estaré con vosotros, si me invocáis y ahora, os dejo con nuestra bendita e inmaculada Madre, la Madre más amorosa, más tierna, más dulce y más delicada que jamás ha habido y habrá en el cielo y en la tierra, hijos míos y hermanos míos. 

Nuestra Madre
Hijos míos, he traído a San Pantaleón por el amor que le tiene la portavoz.
Él está siempre junto a ti, hija mía, acude a él.
Los santos en el cielo están para interceder por los hermanos de la tierra, pero tenéis que acudir también a ellos porque no niego nada a estas almas santas que nos han amado tanto y tanto en la tierra. Que muchos, como San Pantaleón, dieron la vida por Cristo Jesús, hijos míos. Y me gusta que acudáis a ellos, esa es la comunión de los santos. No olvidaros. El cielo y la tierra unidos.
Quiero que el 2 de cada mes honréis de manera especial cada uno y cada una en vuestros hogares, aquí, a vuestra Madre que os está hablando bajo la advocación de nuestra Señora de la Preciosa Sangre. 
Os bendigo en mi amor uy en el amor del Padre, del Hijo, mi divino Hijo y del Paráclito. Seguir con el rezo del santo rosario. Mi plegaria favorita, hijos míos.  
San Pantaleón, hijos míos, también acude a las almas que le tienen un gran cariño y acuden a él. 

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