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martes, 2 de mayo de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

28 ENERO DE 2017



Nuestra Madre
Arrodillaos, hijos míos, los que podáis.
Vuestra Madre dolorosa junto con vuestro Jesús crucificado nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Con el rostro en tierra.
Pedir perdón por vuestros pecados, con el rostro en tierra, hijos míos.
Orar para desagraviar nuestros Sagrados e Inmaculados corazones. Para pedir por la intercesión de mi Madre a vuestro Jesús por la conversión de los pobres pecadores
No he elegido a ninguno del grupo sano. Todos tenéis enfermedades ya sea de una clase o de otra. Para que con ellas me deis gloria, para que con ellas reparéis nuestros corazones, para que con ellas me ayudéis a salvar almas, hijos míos.
Y vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías, no os dais cuenta. Y siempre os estáis quejando y vuestro Jesús cuando salía a predicar a otros pueblos en Jerusalén, la mayoría de las veces, no tenía un lugar donde reclinar su cabeza.
Y jamás se quejó. No buscaba los mejores puestos, rehuía de ellos como ya lo sabéis por el Evangelio.
Y su amor eran las almas, hijos míos. La salvación de las almas.
Y vosotros y vosotras que estáis llenos de comodidades, ¿no os podéis sacrificar unas horas, hijos míos?
El que quiera seguir a mi Hijo que coja su cruz y le sigua con todas las consecuencias
Tendido está en una cruz por la perversidad del hombre que le crucifica una y otra, y otra vez, hijos míos.
Le llenan de escupitajos y bofetadas, de insultos, de blasfemias, de sacrilegios en los caminos cuando sale en busca de las almas
¡Qué dolor tan grande, hijos míos, para una Madre ver despreciado de esa forma a su Hijo, al amor de los amores, que su gran dolor es ver como se condenan una multitud de almas diariamente, hijos míos!
Y con que amor sale a los caminos a llamar a las almas y en el trance de la muerte y muchas, en vez de ablandar sus corazones al ver a mi Divino Hijo con los brazos extendidos hacia ellos le desprecian y se alejan de Él, ya sea en los caminos o en el trance de la muerte, hijos míos
Pedir mucho por la conversión de los pobres pecadores.
Pedir mucho para que los eventos sean suavizados y abreviados porque todo está comenzado y cada vez será más fuerte la purificación.
Y algunos no lo podrán resistir, hijos míos.
Pedir la fortaleza para poder llegar hasta el fin. La esperanza, la fe y la humildad y el amor, hijos míos.
El costado de mi Divino Hijo se abre y en el arca de su corazón, como os prometió y lo prometió a final de año, hijos míos, os está introduciendo.
Ser fieles porque la soberbia os sacará del Arca del Corazón de Cristo, hijos míos.
Todos habéis sido sumergidos e introducidos en el arca del corazón de mi Divino Hijo por su divino costado, hijos míos.
Es tiempo de pedir mucho por las almas consagradas. Por el santo padre para que haga la voluntad de Dios Padre.
Por vuestros familiares y la conversión de los pobres pecadores y por la paz en vuestros hogares y en vuestras familias, hijos míos.
La purificación como os he dicho ya ha comenzado. No hay vuelta atrás.
Y cada vez será más fuerte y más cruda, hijos míos.
Pero no tener miedo, en el arca de vuestra Madre Inmaculada, que es la que os está hablando, en mi Inmaculado corazón ya se os metió el año pasado. Y en este comienzo de año se os ha metido en el arca del corazón de Cristo, hijos míos.
A nada debéis temer si tenéis fe, mi corazón y el corazón de mi Divino Hijo os protege y os llevamos muy dentro de ellos.
Pero no ser soberbias, por el pecado de la soberbia os salís de los corazones de vuestro Jesús y de vuestra Madre como un rayo, hijos míos.
Todos sois marcados una vez más con la cruz en la frente para que el ángel de la muerte pase de largo y no os toque, hijos míos, como sucedió en tiempos de Moisés.
Besar el crucifico que la mayoría lleváis en vuestro pecho, a mi Hijo vivo, en él.
Recordar que lleváis a Cristo vivo en el crucifijo que llevé en La Salette. El crucifijo de los apóstoles de los últimos tiempos.
En él Jesús está vivo, hijos míos, recordarlo.
Y no olvidarlo pues habéis sido consagrados por vuestra voluntad a Jesús crucificado y por él habéis recibido el crucifijo, hijos míos.
Amaros, ser humildes, ayudaros unos a otros.
Y no perdáis el tiempo en discusiones y en discordias que ello os lleva a la perdición.
Hija mía, bebe el cáliz de la amargura.
Levantarla.

Rosa
¡Que amargo está, Señor!

Jesús
Bebe un poco más, hija mía, y alivia el dolor producido por los pecados de la humanidad a tu Jesús, hija mía.

Jesús
Un poco más, hija mía.

Rosa
Está muy malo por ti lo que quieras, Señor.

Nuestra Madre
Os bendigo, hijas mío e hijos míos, con el poder de Dios Padre, con la misericordia de mi Divino Hijo y con el amor del Paráclito.
Decir todos:
Dulce Jesús mío, que en la cruz estás con mí.
En la vida y en la muerte, Señor, ten piedad de mí.
Todos los objetos religiosos vuestros Jesús, el Hijo del Dios vivo, os los bendigo con gracias, bendiciones y protecciones para combatir a Lucifer y a sus secuaces y a todos vuestros enemigos.
Y con gracias, bendiciones y protecciones muy grandes y especiales para estos últimos tiempos, hijos míos.
El poder y el amor de Dios Padre, mi Padre y el vuestro, desciende sobre vosotros y los objetos religiosos
El poder, la misericordia de Jesús, que es Él que os está bendiciendo en la cruz, el Hijo del Dios vivo desciende sobre vosotros.
El poder, el amor y el fuego del Paráclito desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
Quedando todos los objetos religiosos abrasados en el fuego del Paráclito con estas gracias, bendiciones y protecciones que os he mencionado.
En el amor del Padre y en el poder y la misericordia de Dios Hijo, que es Él que os está bendiciendo, hijos míos.
Seguir con el rezo del santo rosario.

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