Vistas de página en total

martes, 2 de mayo de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

6 MARZO DE 2017



Padre Eterno
Hijos míos, vuestro Padre se ha hecho presente en uno de los cenáculos formado y dirigido por el Sagrado Corazón de mi Divino Hijo y por el Inmaculado Corazón de María, mi Hija.
En este cenáculo dedicado a reparar y desagraviar el corazón de vuestro Padre celestial.
Hijas mías e hijos míos, hace unos días que ha empezado la Cuaresma.
La Cuaresma es tiempo de recogimiento y de mirar en el interior de vuestro corazón y de vuestras almas.
De hacer bien lo que estáis haciendo mal y de corregiros de vuestros mayores defectos. En esta Cuaresma, vuestro Padre, os pide que os améis todo el rebaño como decís amarme a mí, a mi Hijo, a mi Hija, la predilecta y al Paráclito.
Quiero, y más que querer, os exijo, en esta Cuaresma que os acerquéis más al hermano o a la hermana que os cuesta más trabajo en el grupo.
Esto es lo que os pido en esta tarde, para todo el grupo, para esta Cuaresma, para que empecéis la Semana Santa unidas a María como las santas mujeres en amor.
¡Ay, hijas mías, sois peores que los niños!, ¡Cuántas niñerías tenéis!
¿Cuántas veces os voy a tener que decir más, al igual que mi Divino Hijo, y mi Divina Hija, que os aceptéis todos y todas, tal y como sois cada uno y cada una?
No veréis transformación en vosotras y en vuestros hermanos. La transformación la hago Yo que no se os olvide, hijos míos e hijas mías.
Si Yo, vuestro Padre celestial, os tomo en mis brazos como ahora mismo, con vuestras miserias, vuestras iniquidades, vuestras faltas, vuestros pecados, ¿cómo es que, entre vosotros, no os aceptáis y os amáis tal y como sois, cada uno y cada una?
Dejaros ya de una vez, de decir como es esta, ¿No habéis pensado que estoy esperando a que os aceptéis así, tal y como sois, para hacer Yo la transformación en cada uno y en cada una de vosotros, hijos míos e hijas mías?
Yo junto con mi Divino Hijo y con el Paráclito somos los que transformamos los corazones, somos los que convertimos. Que no se os olvide.
Vosotros y vosotras sois simplemente instrumentos para atraer a los hombres y mujeres a mí, lo demás lo hago Yo.
Espero que esta vez me hagáis caso. Y después de la Resurrección, si me hacéis caso, pondré mi sello junto con el de mi Hijo y el Paráclito en vuestros corazones para que ningún pelo de vuestra cabeza sea tocado sin mi permiso.
Pero antes, tenéis que responderme, hijos míos e hijas mías.
Dejaros de niñerías y empezar a ser adultos llenos de amor en los corazones de mi Hijo, de mi Hija y en el mío.
No dar importancia a nada pues nada tiene importancia en esta vida. Sólo una tiene importancia, el estar alejado del amor de Dios.
¡Ahí es la gran preocupación, ahí es la gran importancia porque ello lleva a la condenación eterna!
Recordar que os amo tal y como sois cada uno y cada una.
Recordar que os llevo dentro de mi corazón y que os tengo sentados y sentadas en mis rodillas.
Y recordar que tenéis que corregiros en esta Cuaresma de lo que más os cueste y hacer bien lo que hacéis mal.
A partir de ahora, rezaréis todos los días en el rosario los Misterios Dolorosos para meteros más aún en la Pasión y en la muerte de mi Divino Hijo que dio la vida por cada uno y cada una de vosotros y de vosotras y del mundo entero.
Y mi corazón de Padre se desgarró al ver cómo quedó mi Hijo y por amor a vosotros lo permití para que un día, no lejano, estéis conmigo en la eternidad, mis pequeños y pequeñas, hijos e hijas mías.
¡Cuánto os cuesta y no echéis todas las culpas al maligno, él se aprovecha de vuestras debilidades, pero vosotros y vosotras también sois culpables porque no ponéis empeño en corregiros!
Os amo, mi brazo os abraza a todos que sois sentados en mis rodillas. Y todos sois bendecidos con gracias, protecciones y bendiciones para esta Cuaresma y para acompañar a la Inmaculada en la Semana de Pasión hasta instante antes de la Resurrección de Cristo, mi Divino Hijo.
Y en todos los objetos religiosos que tenéis, que habéis traído, en todos pongo una gracia especial que brota de mi corazón de Padre.
El amor de vuestro Padre celestial desciende sobre vosotros y vosotras y los objetos religiosos.
El amor de mi Divino Hijo desciende sobre vosotros y vosotras y los objetos religiosos.
El amor del Paráclito desciende sobre vosotros y vosotras y los objetos religiosos.
Y la llama del Inmaculado Corazón de María, nuestra Señora de la Preciosa Sangre, y de María Corredentora, que es la misma, desciende sobre vosotros y vosotras y los objetos religiosos.
Quedad todos y todas sentados en mis rodillas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario