Vistas de página en total

martes, 2 de mayo de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

10 FEBRERO DE 2017



Jesús
Gracias os doy por acompañar a vuestro Jesús en este viernes. Dejándolo todo: familia y todo lo que en este día os podía impedir venir a Mí.   
Gracias por venir a Getsemaní a consolar y a limpiar el sudor de sangre que mana por mi piel y mis lágrimas, mis fieles hijos e hijas santas.
En esta santa noche en la que nada ha podido con vosotras. Así os quiero hijas mías e hijos míos.
Con ello, reparáis el corazón roto de vuestro Jesús y el dolor de la ingratitud de los hombres que una y otra, y otra, recibo, hijos míos.
Ese dolor de tanta ingratitud hace brotar sangre por todos los poros de mi piel, hijas mías e hijos míos. Y el dolor de vuestro Jesús es inmenso, ningún dolor de la tierra puede compararse al de vuestro Jesús, hijos míos.
No ha habido ni hay dolor más grande que el de vuestro Jesús. Que sólo es mitigado por las almas fieles y las que están en camino de santidad como vosotras, hijas mías.
¡Qué pocas almas se preocupan de consolar a vuestro Jesús! De limpiar mis lágrimas y salivazos, de reparar con sus besos mis mejillas lastimadas y desgarradas en los golpes al caerme y en las bofetadas y latigazos que alguno se escapó contra mi rostro, hijos míos.
Vosotras y vosotros preocuparos de vuestro Jesús que Yo me preocuparé de cada uno y cada una de vosotros, hijos míos.
Que nada os aparte de Mí cuando os llamo.
Y veréis lo que vuestro Jesús hace con vuestras súplicas, si me sois fieles, hijos míos e hijas mías.
Por ello, en esta tarde noche los que estáis aquí presentes vuestras cabezas son ungidas en el nombre de vuestro Jesús y el Espíritu Santo posará una lengua sobre cada uno de los presentes.
Esta es la señal de que sois míos, del Padre y del Paráclito y contra más las tinieblas avancen y la tierra se oscurezcan, el Espíritu Santo en esa lengua que acaba de descender en cada uno y cada una de vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías, hablará por vuestras bocas.
No tengáis miedo y dejarle hablar y ser su instrumento. Como lo sois míos, hijos míos e hijas mías.
Y todos los objetos religiosos que tenéis aquí junto a vosotros en esta noche, todos son sumergidos en la luz de Cristo y en mi Preciosa Sangre que mana por todos los poros de mi piel.
Os bendigo con estas grandes gracias y bendiciones al igual que a los objetos religiosos, hijos míos e hijas mías.
En el poder de Dios Padre, en el poder de Dios Hijo, que es Él que os está hablando y en el poder y el fuego del Paráclito. Todos habéis sido bendecidos con estas gracias, estas señales que he dejado en vosotros y en los objetos religiosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario