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jueves, 18 de mayo de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

22 ABRIL DE 2017



Jesús
Vuestro Jesús resucitado se ha hecho presente en medio de vosotros. Como tantas veces me hice presente en medio de los apóstoles.
Vengo lleno de alegría y de gozo al reunirme con vosotros, mis hijos amados, mis hijos queridos, tan queridos y amados en mi Sagrado Corazón.
Por las llagas de mis manos, de mis pies y la del costado abiertas para inundaros de gracias que caen a raudales sobre cada uno de vosotras y vosotros, hijos míos e hijas mías.
Os quiero fuertes en Mí para todo lo que os toca vivir y eso se consigue con los sacrificios. Sacrificaos y mortificaos, hijos míos.
No ser cómodos ni perezosos. Que la comodidad y pereza está el enemigo y vosotros le dais cabida por no vencer la comodidad y la pereza, hijos míos.

Rosa
¡Ay, Señor!, ¿Puedo besaros los pies?

Jesús
Si, hija mía, bésame los pies.

Rosa
Gracias, Señor. Gracias, Señor.

Jesús
Estos pies llagados y ensangrentados son los que tenéis que seguir, pero tenéis que seguirlos fuertes. No ser pusilánimes, no decir que no puedo. Que hace más el que quiere que el que puede.
Ha llegado el momento de tener que sacrificaros fuertemente con dolores y sin dolores por amor a vuestro Jesús, aunque en ello os vaya la vida, hijos míos.
¿De que os vale estar aquí en la tierra, si me perdéis en el cielo?
Aunque cueste lágrimas de sangre. Tenéis que sacrificaros y llevar a cabo cada palabra, cada coma, cada punto que os hemos dado desde que se fundó el grupo hasta ahora.
Quiero santos apóstoles de estos últimos tiempos, no os faltará mi gracia, ni la de mi Madre, ni la de los santos que acudáis a ellos, si ponéis vuestra voluntad creceréis en santidad llevándoos en cada uno de vosotros cada promesa que os he hecho y no vosotros sino también a otros hermanos que a través vuestros se convertirán y serán uno Conmigo y con vosotros, hijos míos.


Rayos de luz por todos los lados, un sol inmenso hay encima de nuestras cabezas. Los rayos descienden como gotas de agua sobre todos nosotros.
El Señor baja de sus manos, de las llagas de sus manos, salen gotas de sangre como rubíes que nos empapan en ellas a cada uno de nosotros y de su costado sale la sangre.
Un rojo vivo no oscuro y el agua blanca y entre rosada se vierte sobre nosotros y sobre nuestros familiares, hijos míos.

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